Han pasado 726 días desde que Colombia registró el primer caso positivo para coronavirus, tiempo en el que, como todos los países del mundo, tuvimos que aprender a vivir con esa llamada “nueva normalidad”, enmarcada en el uso diario de tapabocas, medidas de bioseguridad para salvaguardar nuestra salud, y a fusionar nuestra cotidianidad con la virtualidad, herramienta que nos permitió seguir conectados con nuestros familiares, amigos, estudio y vida laboral.
No ha sido un tiempo fácil. Lidiar con todo lo que produjo la pandemia ha sido una tarea titánica para el gobierno del presidente Iván Duque, pero también para los ciudadanos, quienes en un abrir y cerrar de ojos vimos como toda nuestra vida se detuvo y se vio abocada a cambios obligados para mantenernos con vida y hacerle frente a ese enemigo silencioso que tristemente ha cobrado la vida de 139.255 colombianos (con corte al 11 de marzo de 2022).
Justo cuando apenas tratábamos de entender el comportamiento y alcance del virus no demoraron en aparecer las aves de mal agüero, aquellos mitómanos e incrédulos que pusieron en tela de juicio cada una de las decisiones del gobierno para enfrentar la pandemia, pero que, además, generaron pánico y zozobra en muchos colombianos a punta de mentiras. Qué insensatez. Para algunos prevaleció el afán de hacer politiquería barata, que el bien común que tanto pregonan defender. Pero esa mezquindad, críticas destructivas y el afán de protagonismo no fueron un distractor para el presidente Duque, quien, con gran liderazgo, firmeza, prudencia, decisiones acertadas y junto a un gran equipo de gobierno y de expertos enfrentaron con éxito la tormenta desatada por el covid-19.
Pero para verdades, el tiempo. Se abrió una ventana de esperanza y en tiempo récord llegó la vacunación gratuita a nuestro país, proceso que ya supera la cifra de 78.4 millones de dosis aplicadas, de las cuales, 33.9 millones corresponden a esquemas completos; y día tras día el vacunómetro sigue moviéndose. Hay que destacar el trabajo colaborativo y la movilización mundial de científicos, gobiernos y empresas para que en tiempo récord se dispusiera de vacunas que ayudarán a salvar vidas. Pero igual ha pasado con equipos de ventilación y respiración, dotación adecuada de bioseguridad, y otros avances logrados en estos dos años. En el caso de Colombia, y por iniciativa del Centro Democrático con el respaldo del Gobierno Nacional, se tramitó la Ley 386 de 2021 que autorizó la vacunación gratuita, no obligatoria. La vacuna ha salvado millones de vidas y, hasta ahora, es la única arma eficaz para combatir el coronavirus. De no ser por ellas no estaríamos retornando a la “normalidad” y mucho menos hablando de abandonar el uso del tapabocas.
En materia de salud también hay que destacar que Colombia pasó de tener un laboratorio a 218 con capacidad de analizar 94.677 pruebas diarias. De tener 5.346 camas UCI al inicio de la emergencia a 10.946 actualmente en todo el territorio; y de efectuar un millón de consultas mensuales de telemedicina, a más de 10 millones. Todo lo anterior necesario para atender la emergencia sanitaria de forma adecuada, ágil y eficaz. Tengo que destacar las fundamentales inversiones realizadas por el gobierno del presidente Iván Duque no sólo para atender los temas de salud pública originados por la pandemia, sino para aliviar el bolsillo de los colombianos y de las empresas, todos afectados por las pérdidas de empleo y negocios. Los recursos destinados a atender la emergencia a través del FOME ascendieron a $43.8 billones, y a 31 de diciembre de 2021 se habían comprometido el 97,5% para garantizar la atención de la emergencia sanitaria, la protección a los más vulnerables y del empleo, y la actividad económica. A ello hay que sumar los $27.2 billones destinados a inversión social en el presupuesto general de la nación 2021.
Aún no estamos seguros de cuándo terminará la pandemia. Si bien las proyecciones de la Organización Mundial para la Salud prevén que 2022 marca su fin, aún hay que seguir con todas las precauciones del caso para no ser sorprendidos con otro balde de agua fría como la llegada de Omicron, variante del covid-19 con mayor capacidad de infección, pero menos agresiva, una advertencia para el mundo entero que demuestra la urgencia de avanzar en el plan de vacunación de toda la población. Hay optimismo, pero no podemos dejar de ser cautos.
Aún nos esperan grandes desafíos como sociedad. Continuar con la reactivación económica para aumentar el empleo, estabilizar las finanzas públicas y aliviar el bolsillo de los hogares colombianos; el regreso a la presencialidad completa en colegios y universidades para mitigar el rezago académico al que se vieron abocados nuestros niños y jóvenes; el retorno a la vida laboral y la implementación del teletrabajo.
Esta ha sido una gran prueba de resiliencia para Colombia y el mundo, la cual, con entereza, paciencia, esperanza y de la mano de Dios hemos logrado enfrentar. Las duras enseñanzas que nos ha dejado esta emergencia económica, social y sanitaria serán las herramientas que nos permitan seguir adelante como seres humanos y como sociedad. (Lea también: pandemia, un año de desafíos).
En estos 24 meses de pandemia no ha habido una sola familia colombiana que no se haya visto afectada en sus condiciones de vida o por la pérdida de un ser querido, por quienes elevo una oración al Altísimo. Por todo esto es imperativo seguir avanzando en cantidad y calidad del talento humano del sector salud, así como en la infraestructura, fortalecer la investigación y el desarrollo tecnológico en temas vitales, y mirar con esperanza el futuro, manteniendo siempre el espíritu solidario y constructivo.