Con profunda tristeza recibí la noticia del fallecimiento de Carlos Holmes Trujillo García, gran amigo, compañero de Partido y coequipero de ese gran reto que es trabajar por Colombia y por su gente. Un hombre de actuar intachable que encarnó la decencia y la firmeza en el ejercicio público y el servicio incansable a esta Patria.
Hablar de Carlos Holmes es enumerar un sin fin de cualidades, entre las que pondero su caballerosidad, ética, respeto, inteligencia, elocuencia y firmeza para dar el debate, siempre con respeto y argumentos. Todo un señor, afectuoso y alegre. Con su esposa Alba Lucía, compañera de todas las luchas y momentos, formaron una hermosa pareja. Aún recuerdo esos casi siete meses de recorrido por Colombia, ambos como precandidatos a la Presidencia por nuestro Partido Centro Democrático, como Alba Lucía, que siempre lo acompañaba, estaba atenta al más mínimo detalle.
En este trasegar de la vida política fuimos compañeros de lucha en la creación del Partido Centro Democrático, en la gesta por la Presidencia de Oscar Iván Zuluaga y él como su fórmula vicepresidencial, en la defensa del NO en el plebiscito para que ese acuerdo de impunidad no se aprobara, y por supuesto en la aspiración por la candidatura del Centro Democrático a la Presidencia de la República.
Tengo que reconocer la altura intelectual, firmeza y sentido político con el que defendió el actuar de las Fuerzas Militares y de Policía, y el suyo propio como Ministro de Defensa, frente a los ataques bajos de la oposición en más de seis debates de control político en las plenarias y comisiones del Senado y de la Cámara de Representantes. Siempre leal y fiel bastión del gobierno del presidente Iván Duque.
Su partida deja un gran vacío en todos aquellos que tuvimos la dicha y el honor de conocerlo y compartir con él gratos momentos, no solo en la vida pública, sino en la personal y familiar, una de sus mejores facetas. En este punto debo decir que extrañaré ese “María del Rosario, ¿cómo está tu mamá?”, frase que nunca dejó de pronunciar cuando nos encontrábamos o hablamos telefónicamente. Con mis padres tuvo una estrecha relación de amistad desde los años 80s. Mi padre fue un gran impulsor de su participación en el proceso de elección de los miembros de la Asamblea Constituyente, donde Carlos fue elegido. Siempre recordaré sus expresiones de cariño hacia mis padres y su amistad.
Carlos Holmes tuvo una carrera sin tacha ni cuestionamientos. Con gallardía y firmeza defendió sus más profundos ideales, lo cual se reflejó en una impecable hoja de vida que le permitió ejercer diferentes cargos diplomáticos entre los que se destacan cónsul de Colombia en Tokio, embajador de Colombia en Austria, Rusia, Suecia y Noruega, entre otros; así como jefe de la Misión de Colombia ante la Unión Europea. Fue participante activo de la Constituyente del 91, fundador y presidente de la Federación Colombiana de Municipios, alcalde de Cali, Alto Comisionado para la Paz y ministro de las carteras de Interior, Educación, Relaciones Exteriores y Defensa. Toda una vida dedicada al servicio público.
La muy temprana partida de Carlos Holmes nos duele profundamente; y aún más que sea ese enemigo silencioso, invisible y difícil de combatir, el coronavirus, el que haya terminado con su vida y la de más de cincuenta mil colombianos.
Colombia perdió a un ser humano excepcional, a un gran servidor público, a un esposo y padre amoroso y a un ciudadano que encarnó el ejemplo de la decencia y firmeza en el ejercicio público. Mis plegarias a Dios para que tenga misericordia de su alma y fortalezca a su familia.
Paz en su tumba.