El manto de duda que hay sobre los resultados de las pasadas elecciones legislativas es inaceptable. A un escrutinio demorado se suma la aparición, como por arte de magia, de cerca de 900 mil votos que, por alguna extraña razón, no aparecieron en la página de la Registraduría el domingo 13 de marzo.
No se entiende cómo, después de que la Registraduría entregó un parte de tranquilidad frente a la seguridad y transparencia de la jornada, hoy, tanto ciudadanos, como candidatos, estén en ascuas como consecuencia de las denuncias sobre un posible fraude en el diligenciamiento de los formularios E14, usados por esa entidad para recopilar los datos del conteo de los votos.
Lo peor del caso, es que pese a que varios ciudadanos, testigos electorales e incluso los propios aspirantes elevaron quejas e inconformismo en tiempo real sobre el desarrollo de la jornada, la Registraduría no fue diligente, ni adoptó acciones inmediatas para garantizar transparencia y rigurosidad en el proceso. Frente a este tema, solo puedo decir que tanto la Registraduría como el Consejo Nacional Electoral (CNE) están en la obligación de aclarar estos graves cuestionamientos. Y, además, debería hacerse nuevamente una revisión completa y pública de cada formato E14, con conteo de tarjetones, si fuera necesario, y con transmisión en directo por RTVC -radio y tv pública. Lo que nos estamos jugando como país no es de talla menor y por ende requiere toda la vigilancia de las autoridades electorales. No se puede pasar por alto esta situación tan bochornosa para nuestro país.
En cuanto a los resultados electorales, quiero referirme primero al tema de las curules para Senado y Cámara de Representantes. En lo referente a mi Partido, el Centro Democrático, tuvimos un retroceso electoral importante en el Congreso. En el Senado pasamos de 19 a 13 escaños (perdiendo una curul en el reconteo), y de 31 a 16 en la Cámara. Definitivamente se falló en el mensaje, en la escogencia de varios de los candidatos y en volver a enamorar a nuestras bases. A ello se suma el voto castigo al Gobierno Nacional por parte de la militancia y la opinión, y el deterioro de la imagen del Partido. Es importante destacar como muy positivo y que ayudó, el gran esfuerzo y la entrega del presidente Álvaro Uribe para, con micrófono en mano y su puñito de covid, recorrer 28 departamentos en 45 días para escuchar y dialogar con los ciudadanos. Pero también quiero resaltar el gran trabajo de nuestro candidato a la Presidencia, Óscar Iván Zuluaga, quien con su estrategia ‘Soy Todo Oídos’ llegó a los colombianos, esos a quienes él mismo calificó como sus “mejores asesores”.
Aprovecho para destacar la gallardía, el carácter y la preocupación por el futuro de la Patria que demostró Oscar Iván al adoptar la decisión de renunciar a la candidatura presidencial. A mi juicio era lo debido, después del resultado del domingo, y cuando algunos líderes y militantes del Partido no sólo promovieron, sino que votaron por otros aspirantes presidenciales que participaban en consulta, desconociendo que nuestro Partido tenía candidato único a la Presidencia, y que era incoherente hacerlo dado que algunos de ellos habían estado de acuerdo con que no se participara en su momento en la consulta de Equipo Colombia, entre otras razones, porque varios de los miembros de esta consulta fueron reticentes a la entrada del Centro Democrático.
Pero la indisciplina de candidatos y corporados del Centro Democrático, los mensajes contradictorios de varios de nuestros líderes y las rencillas internas regionales afectaron el trabajo electoral, y confundieron al electorado, lo que claramente se vio reflejado en las urnas.
Ahora analicemos el panorama de las consultas. El resultado del Pacto Histórico fue inferior a los ocho millones que su líder aspiraba y que tanto pregonó a los cuatro vientos. Finalmente, la cifra alcanzada en las urnas fue de 5.818.375 votos. De esa consulta hay que destacar el resultado de Francia Márquez con 785.215 votos. En el caso del Equipo por Colombia, que alcanzó 4.145.691 votos, el ganador fue Federico Gutiérrez con un apoyo de 2.161.686 de votos, lo que le dio paso directo a la primera vuelta presidencial. Y la Coalición Centro Esperanza se desinfló con su resultado, 2.287.603 votos. La victoria, aunque agridulce, fue para Sergio Fajardo con 723.475 votos. Sin duda, a esta coalición la afectaron los constantes rifirrafes, discusiones internas y la falta de una propuesta programática clara para los ciudadanos.
Es el momento de las alianzas políticas para llegar fuertes a la primera vuelta. El riesgo de que la izquierda populista alcance el poder es inminente y si no hacemos algo, serán los más pobres, la clase media, los productores del agro, y por supuesto nuestras libertades e Instituciones, los que sufrirán con mayor rigor sus nefastas decisiones. El destino de nuestra Patria exige dejar de lado egos y protagonismos individuales; personalmente apoyaré la candidatura presidencial de Federico Gutiérrez.