Colombia se juega este domingo en las urnas su presente y su futuro con la elección del sucesor del presidente Iván Duque. Se llegó la hora de votar, pero de votar con responsabilidad y convicción. Los ciudadanos tenemos en las manos una amplia baraja de candidatos, así como de propuestas; unas viables, innovadoras y necesarias, y otras irrealizables, populistas y absurdas. En esa línea, cada persona será libre de elegir a quien considere como la mejor opción para ser el próximo capitán de este barco que va navegando bien, a pesar de las dificultades que hemos enfrentado por las consecuencias de la pandemia, de los bloqueos y marchas, del impacto de la invasión de Rusia a Ucrania y de la difícil realidad de la logística y el mercado mundial de productos básicos.
La verdadera encuesta será este domingo en las urnas. Votemos con libertad para que este proceso electoral no sea el último y para que los pilares de nuestra democracia se respeten. Esa debe ser la consigna de cada uno de los más de 39 millones de colombianos habilitados por la Registraduría Nacional para ejercer su derecho al voto en las 100.809 mesas dispuestas en 12.263 puestos a lo largo y ancho del territorio nacional. Es imperativo que haya una gran participación. Recordemos que lo que nos estamos jugando como país no es de poca monta: nuestras libertades están en riesgo, la estabilidad institucional, el respeto por la iniciativa y la propiedad privada, el ahorro pensional en fondos privados, así como los valores fundamentales de la sociedad como el respeto a la vida en todas sus etapas, la defensa de la familia, la libertad de los padres para decidir la educación de sus hijos, entre otros. Esta elección presidencial nos compete a todos.
Entiendo perfectamente que hay desconfianza y no es para menos. El desastre ocasionado por la Registraduría en las pasadas elecciones legislativas del 13 de marzo, jornada en la que el fraude, los chanchullos y errores estuvieron a la orden del día, es una vergüenza; por ende, es apenas lógico que los ciudadanos sientan que no tienen garantías, que su voto no será respetado y peor aún, que vuelvan a aparecer más de un millón de votos de la nada, beneficiando al candidato del llamado Pacto Histórico.
Ya que el registrador Alexánder Vega se atornilló en el cargo y no asumió responsabilidades de ningún tipo por las graves denuncias sobre el manejo y resultados de los comicios legislativos de marzo, hoy está en la obligación de garantizar que este proceso electoral sea transparente y seguro. No hay lugar a más equivocaciones que puedan derivar en un fraude imposible de reversar. Su deber es el de recuperar la confianza de los votantes y asegurar que el proceso, desde la apertura de las mesas, hasta el conteo del último voto, esté blindado ante cualquier intención de torpedear o manipular el resultado.
Ojo señor registrador: según la encuesta de cultura política realizada por el DANE (2019-2021), el 52,2% de los colombianos está insatisfecho con el sistema democrático de nuestro país, y apenas el 12,4% dijo estar conforme. Esto es gravísimo porque si hay algo que no podemos poner en juego en una democracia es la confianza en los procesos electorales. (Lea también: Registrador renuncie).
El riesgo de fraude palpita, por eso es que como votantes también debemos ser garantes del proceso electoral de este domingo. Al sistema de testigos electorales y vigilancia de los entes de control, también debe sumarse la veeduría ciudadana en las mesas. No podemos permitir que nos metan gato por liebre otra vez. Vamos a defender y a proteger esta democracia.
Invito a todos los colombianos a ejercer su derecho al voto sea cual sea su afinidad política, pero eso sí, no coma cuento y desconfíe de esos arquitectos del engaño que prometen cambiarlo todo en un abrir y cerrar de ojos, esos redentores que con populismo y demagogia engañan a los ciudadanos para conseguir afecto electoral, esos que buscan cercenar nuestras libertades y destruir nuestra institucionalidad, esos que envenenan nuestra democracia con mentiras y que se han hecho visibles por su actitud prepotente y desafiante.
Mi voto será por Federico Gutiérrez, un ciudadano que como alcalde de Medellín cumplió sus propuestas de gobierno, que gobernó con honestidad, que es sensible a la realidad social de los más vulnerables y que sabe que esta oportunidad es única para seguir construyendo sobre lo construido, para impulsar sus propuestas de cambio no a la nada o al vacío, sino para abrir oportunidades a todos los colombianos. Es el aspirante con mayor opción de llegar a la Casa de Nariño, que no ha sido investigado por conductas ilegales, que nunca ha portado un arma y que ha dado la pelea de frente y con firmeza contra la criminalidad y la delincuencia que aqueja nuestro país.
Que Fico sea el presidente de la gente es lo mejor que le puede pasar a Colombia.