Reactivación

Colombia ha surtido con entereza una crisis que no esperaba. La llegada del Covid-19 no solo ha traído consigo la emergencia en salud y social, sino que ha golpeado duramente nuestra economía, una que a pesar de su resiliencia y de haber mostrado unos mejores indicadores en el crecimiento, la inversión extranjera directa, el consumo de hogares, la confianza de consumidores y empresarios en el último año vuelve a estar en el momento más difícil de su historia, desde que se tienen registros.

Las decisiones no son fáciles. El Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Iván Duque, ha sido prudente y asertivo en las medidas que ha implementado para responder a la crisis originada por la pandemia. Es muy fácil para quienes no tienen la gran y maratónica responsabilidad de dirigir un país, criticar y tratar de destruir lo que con tanto esfuerzo se planea y ejecuta para mantener a salvo a los ciudadanos, quienes en este momento crítico necesitan garantías básicas de atención en salud, empleo digno y alivios económicos para asegurar el sustento para sus familias.

Colombia completó 37 días bajo medida de Aislamiento Preventivo Obligatorio, y en este punto urge un desconfinamiento gradual con disciplina, que permita, con los respectivos protocolos de bioseguridad, ir reactivando poco a poco la actividad productiva. No sólo le preocupa, a los hogares evitar el contagio sino reactivar sus actividades para disponer de ingresos, sabiendo que todo no será como antes, pero si conscientes que hay que arrancar, porque la parálisis en la que está la economía no aguanta indefinidamente.

Lo que vivimos es nuevo para Colombia y para el mundo entero. No hay un manual para mitigar la crisis y garantizar que todas las decisiones serán acertadas, así como tampoco existe una vacuna contra el virus; pero de algo puedo dar fe, y es que el Gobierno Nacional ha trabajado, y seguirá haciéndolo sin descanso para enfrentar de la mejor forma esta gravísima crisis. (Lea también: Nuestra economía es resiliente, en el pasado lo ha demostrado). 

Con la decisión acertada del presidente Iván Duque de ordenar la apertura gradual de los sectores manufactura y construcción. El sector manufacturero, sin refinación de hidrocarburos, participa con el 6.7% del PIB y genera cerca de 2.5 millones de empleos. La construcción genera 1,5 millones de empleos directos, y 1.7 millones en actividades relacionadas, como venta de vivienda y actividades inmobiliarias; y participa con el 6.3% del PIB.

Según datos de la Cámara de Comercio, en sólo Bogotá hay 91.400 empresas manufactureras y 47.885 del sector construcción, de las cuales, el 97% son pequeñas y tienen entre 3 y 15 trabajadores. Este proceso laboral que se inicia exige responsabilidad y disciplina social para trabajar en medio de riesgo de contagio, y cuidar el entorno laboral y a nosotros mismos.

Revisemos algunas experiencias internacionales. Para el caso de Italia, donde hay 172.434 personas contagiadas con Covid-19, y más de 22 mil muertos, el Gobierno decidió reabrir algunos negocios como ferreterías, papelerías y librerías; mientras que en España lo hicieron con el sector manufactura, servicios y construcción. Alemania, por su parte, permitió la reapertura gradual de colegios, guarderías y algunos establecimientos de comercio. Y gran parte de los países comienzan ya a permitir actividades productivas, vida deportiva al aire libre y algunas actividades académicas, todas con restricciones.

La reactivación en nuestro país no será masiva; y como bien lo reiteró el presidente Duque y su equipo de gobierno, la prioridad es y seguirá siendo la salud de los colombianos. Pero no podemos olvidar que ningún país puede sostenerse sin actividad económica y sin ingresos. Hay que organizarnos como sociedad, ya que el virus probablemente tarde meses o años en desaparecer, por eso urge hallar caminos que permitan salir con disciplina, y apegados a las directrices de las autoridades en materia de autoprotección y uso de espacios públicos. Los empresarios deben ser estrictos en facilitar la dotación de bioseguridad y exigir a sus trabajadores normas de comportamiento que minimicen los riesgos.

Lo que no puede pasar es la actitud protagónica, soberbia y con ínfulas de dictador de la alcaldesa de Bogotá. Aquí no salimos de esta cada uno solo, ni con sesgos políticos o ideológicos. Salimos si hay coordinación, respeto por las normas y disciplina social. El virus y sus efectos toca a todos.